
“En mi carnet, hay un nombre que no es mi nombre.”
La vida más allá del arco iris: las barreras para que las personas transgénero cambien su documentación en Chile
El “T” de la comunidad LGBTQIAAP+ a menudo se pasa por alto, pero se ha vuelto mas prominente en los últimos años llevando a resoluciones para permitir una mayor inclusión dentro de la sociedad. La ley de identidad de género en Chile ha estado en el proceso legislativo por 5 años, y ha recibido apoyo adicional después del lanzamiento de la película nominada al Oscar, “Una mujer fantástica,” protagonizada Daniela Vega, la primera actriz abiertamente trans para presentar en los Oscars. Vega ha sido un destacado defensor de los derechos de las personas transgénero en Chile, específicamente en el proceso para cambiar el nombre y el género de los documentos oficiales. Todavía, Vega no ha cambiado su identidad en la documentación.
“En mi carnet, hay un nombre que no es mi nombre,” dijo Vega en una conferencia después de los Oscars.
Lamentablemente, esta es una realidad para muchas personas en Chile ya que el proceso es extremadamente prolongado y no tiene una forma uniforme. Franco López, el coordinador de la unidad de desarrollo comunitario y sub coordinador de la unidad de educación por OTD, había estado esperando dos años por su nueva identificación. En cierto punto, esto afectó su disponibilidad para obtener su titulo profesional.
"Yo ya hice mi tesis y aprobé mi licenciatura, más no he podido acceder a sacar el título profesional, ya que para elló debo cursar las prácticas que requiere el proceso," dijo López. "Para realizar prácticas en establecimientos educacionales debo presentar un certificado de antecedentes penales y eso puede obtenerse a través del Servicio Nacional de Registro Civil. Ahí está el problema, en dicho sistema sale el nombre legal, ósea el que también aparece el carnet de identidad, y me demoré más de dos años en el proceso completo hasta obtener mi carnet con mi nombre, y eso resultó en que no pudiese realizar las prácticas para sacar mi título."
El sistema necesita ser rediseñado para acomodar a aquellos que necesitan nueva identificación.
"La verdad es que es sí, no existe un sistema. Hoy lo hacemos a través de varios legales, es decir, resquicios de la ley que quedan sujetos a interpretación y aparte a veredicto de un juez que no necesariamente sabe del tema," dijo López.
El sistema implica varios pasos para probar el género incluidas las solicitudes, dos testigos, informes psicológicos y psiquiátricos, y exámenes médicos.
"Básicamente y en términos simples, te desnudan, te ponen en camillas de obstetricia y te examinan por dentro y por fuera, toman fotografías externas e internas y revisan el resto del cuerpo también con registro fotográfico," dijo López.
Afortunadamente, López pudo evitar el examen médico porque su juez tenía conocimiento médico. Pero, muchos otros tienen que cumplir con estos exámenes degradantes.
Actualmente, un tribunal puede exigir toda suerte de “pruebas” que atesten que uno pertenece al género con el cual se identifica y no con aquél relacionado al sexo con que ha nacido. Franco Fuica, presidente de OTD Chile (Organizando Trans Diversidades), explica que se espera que un hombre transgénero, por ejemplo, tenga pelos por el cuerpo y crecimiento del clítoris, factores verificados a través de fotos genitales. También es necesario demostrar algo llamado de “actitud masculina”, un conjunto de características e hábitos asociados a los hombres. Fuica clasifica ello como "super abusivo”. “Es irreflexivo, no se ajusta a los estándares de los derechos humanos en el mundo. Eso no tiene nada que ver con el cuerpo, sino con un sentimiento interno, profundo, personal”, dice. La llamada Ley de Identidad de Género debe tornar los trámites más uniformes, en su opinión. El activista espera que la norma sea aprobada todavía en 2018.
Sin embargo, todavía quedan muchas críticas que no comprenden la necesidad de cambiar el género. En referencia a discutir la edad apropiada para permitir los cambios de nombre y género, el jefe de la iglesia católica de chile, el cardenal Ricardo Ezzati, dijo que a los niños no se les debería permitir cambiar legalmente su nombre y sexo en su identificación porque "no porque a un gato le pongo nombre de perro, comienza a ser perro."
Cambiar o actualizar la documentación es algo que la mayoría de nosotros no piensa o no tensiona. Por supuesto, el proceso no es divertido, pero también es algo a lo que siempre tenemos acceso. Sin embargo, para no pueda accesar la documentación correcta es una preocupación diaria y lucha por estas personas quien identifican como transgénero. La documentación incorrecta pueda afectar casi todos aspectos de la vida; de la universidad al empleo al viaje.
El problema, en cifras
En la inmensa mayoría de los países del mundo, actualizar el sexo con el que nos identifican las administraciones públicas es un trámite muy complicado, cuando no ilegal. Chile no es una excepción. A falta de que se apruebe la nueva ley de Identidad Género — q ue aspira a simplificar y facilitar las cosas — los chilenos transgénero deben acudir a los tribunales y sortear un impredecible proceso judicial para conseguir algo tan básico y esencial como que su cédula de identidad indique el sexo correcto.
Sin embargo, algo está cambiando para mejor. Los números indican que las trabas judiciales cada vez imponen menos temor, o están siendo más fácilmente superadas. El número de chilenos que inscriben cambios de sexo en el Registro Civil está aumentando en los últimos años. Entre 1990 y 2010, el promedio anual de este tipo de trámites burocráticos no superaba los cinco. A partir de 2013 se registra un espectacular incremento, según los datos oficiales de Registro Civil, alcanzándose en 2015 un record de 45 casos de cambio de sexo inscritos. Las estadísticas muestran que las cifras son muy similares para las dos posibles direcciones del cambio (masculino a femenino o femenino a masculino).
Entre 0,5 y 4 millones de pesos
Lorena Lorca Muñoz, además de abogada del Consejo de Defensa del Estado y académica de Derecho en la Universidad de Chile, es una de las voces más autorizadas para hablar de este problema. La sensibilidad de Lorca al respecto germinó en un seminario celebrado en 2009 en la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile. Cuando una persona transgénero que se encontraba entre el público tomó la palabra para denunciar esa situación de atropello cotidiano, la abogada se conmovió: “Cuando él terminó de hablar, le golpeé el hombro y le dije: “Yo soy profesora de enseñanza clínica. Si tú necesitas un abogado, llámame que yo te puedo ayudar”.
Desde entonces, Lorca utiliza sus cursos de Enseñanza Clínica del Derecho para, junto a sus alumnos de la Universidad de Chile, prestar sus servicios a las personas transgénero que sólo quieren, como dice ella, “lo primero, lo básico, lo miserable”: “Que el carnet de identidad diga el nombre social por el cual ellos quieren ser reconocidos, el sexo por el cual quieren ser reconocidos”. Hasta el momento, Lorca y sus pupilos no han perdido ninguna causa.
En caso de acudir a otro abogado profesional, el costo económico que tendrá que afrontar la persona transgénero que quiera actualizar su sexo en el en el Registro Civil puede llegar a ser muy elevado. Según datos de la propia Lorena Lorca y de Organizando Trans Diversidades (OTD), la horquilla de lo que pueden costar estos servicios legales se situaría entre los 500.000 y los 4.000.000 de pesos, dependiendo de las características del proceso y de la necesidad de acudir a cortes de apelación.
“En la clínica todo es gratuito. Ni cobramos ni tenemos que pagar nada”, explica la abogada. En el momento de la entrevista, Lorena Lorca y sus alumnos estaban llevando 86 casos diferentes –más del 70 por ciento de todas las causas abiertas en Santiago. En otras palabras, hay 86 santiaguinos que posiblemente se están ahorrando varios millones de pesos.
Lentitud y complejidad
Aunque acudir a los servicios de la abogada Lorca Muñoz evite un gran estipendio en abogados, la complejidad y la tardanza del proceso judicial son inevitables.
Tras encontrar un abogado con el que iniciar el proceso, el tribunal ordena las primeras diligencias obligatorias, que incluyen la información sumaria, la publicación del caso en el BOE, el informe del Registro Civil y declaraciones de testigos. Pese a que no son obligatorios por ley, el juez puede llegar a solicitar peritajes médicos y certificados hormonales o quirúrgicos para “formarse una opinión”.
Si el fallo del juez es positivo, los pasos finales incluyen solicitar el certificado de ejecución de la sentencia y la efectuación del trámite ante el Registro Civil por parte del afectado. Si el fallo es negativo, habrá que ir a la Corte de Apelaciones y, en última instancia, al Tribunal Supremo.
Como resultado, el tiempo mínimo que hay que esperar para obtener una sentencia positiva son unos 100 días. Sin embargo, dependiendo de las exigencias del tribunal, este proceso puede alargarse varios años. En el momento de la entrevista, Lorena Lorca tenía abiertas dos causas pendientes del fallo del Tribunal Supremo, la más larga de las cuales ya duraba año y medio. Por su parte, Franco Fuica, presidente de OTD, aseguraba que los procesos podían llegar a dilatarse hasta cinco años.
El proceso en Chile sigue siendo ambiguo: el proceso variará dependiendo del abogado, la fecha de la aplicación, el juez y, los profesionales médicos. Este es similar a la situación actual en los EEUU.
En los EEUU, el cambio del género o del nombre de una persona en documentos oficiales no está regulado por el gobierno federal; en cambio, el estado decide el proceso. Existe un amplio rango entre los estados, que hace que el proceso sea extremadamente simple, poco intruso y permite la opción de un tercer género. Sin embargo, otros requieren una evaluación psiquiátrica, evidencia de cambio de sexo y no cambios en el certificado original. El costo del proceso varía de estado en estado, de ciudad en ciudad e incluso de pueblo en pueblo.
Por ejemplo, el proceso en Oregon es excepcionalmente simple e inclusivo. El proceso para cambiar el nombre y género en la licencia de conducir involucra una solicitud para una renovación de licencia junto con la tarifa, una foto nueva, y una prueba legal de cambio de nombre. Este proceso no difiere mucho de lo que hacen las personas cis-géneros.Para solicitar un certificado de nacimiento, los solicitantes deben presentar una solicitud ante notario junto con la tarifa de $35. Las aplicaciones se pueden enviar en persona o por correo. Una vez aprobado, el solicitante recibirá una copia certificada del nuevo registro de nacimiento vivo (si se solicita), una copia de la solicitud, y la correspondencia del Registrador estatal sobre la decisión final.
Pero en Tennessee, un estado más conservador, el proceso es significativo diferente. Para cambiar el nombre en una licencia, la aplicación tiene que proporcionar una orden de tribunal para certificar el cambio de nombre. Para cambiar el género, la aplicación tiene que proporcionar una declaración de un médico que los procedimientos médicos necesarios se han logrado para que coincida con el género que acompaña, o una orden judicial que reconoce un cambio de género. El estado de Tennessee no proporcionará ninguna enmienda al sexo en un certificado de nacimiento.
Al otro lado en Brasil, un cambio importante ocurrió el 1 de marzo de este año. El Supremo Tribunal Federal (STF) decidió que todos los ciudadanos de aquel país pueden cambiar nombre y género oficialmente sin la necesidad de autorización judicial. Más recientemente, en fines de junio, el Consejo Nacional de Justicia (CNJ) fijó las reglas para ese procedimiento: cualquier persona con 18 años o más puede ir a un “cartório —oficina de registro civil— y hacer la solicitud. El costo puede variar, porque en Brasil esas oficinas no son directamente controladas por el gobierno. Por esa misma razón, es prácticamente imposible saber cuántas solicitudes ya habían sido hechas antes de la decisión de STF—cuestionado, el Ministerio de Justicia de Brasil nada ha contestado hasta la edición final de este reportaje.La fijación de reglas por el CNJ debe hacer con que todo el trámite sea más uniforme en Brasil. Hay relatos de “cartórios” que se negaban a emitir nuevos documentos para gente trans, según el abogado y activista brasileño Paulo Iotti. “Antes, era necesario recurrir a la Justicia. Hasta los años 1990, el Judiciario no aceptaba cambios ni siquiera con cirugía, era absurdo. En cierto momento del inicio del siglo 21, se consolidó que, [una vez] hecha la cirugía, se cambiaban tanto los nombres (no el apellido) y el sexo (género) en el registro civil”, cuenta él. “Lo que se discutía desde entonces era si sería posible cambiar sin la cirugía. Todavía era minoritario la comprensión acerca de ese punto, pero en esta última década la jurisprudencia pasó a admitirlo.”
La Opción No-Binaria
En referencia al género, algunos países han comenzado a ofrecer la opción de un tercer género, también conocido como "no binario". Estos doce países son: Australia, Austria, Alemania, Pakistán, India, Nepal, Filipinas, Canadá, el Reino Unido, Estados Unidos, Tailandia y Nueva Zelanda. La opción no binaria es para las personas que se consideran fuera del hombre / mujer binario y también para las personas intersexuales, lo que significa que nacen con características masculinas y femeninas. La opción para el tercer género se ha vuelto más popular y aceptada en los últimos años.